Un momento de La Vijanera del domingo Martes, 08 Enero 2013 Un momento de La Vijanera del domingo

Silió acogió a una brillante Vijanera

Silió volvió ayer a ser juez y parte de una de las mascaradas de invierno mejor conservadas de Europa, La Vijanera, carnaval único que superó con nota alta una jornada complicada, al coincidir con la festividad de Reyes Magos. Los de oriente tampoco defraudaron, y dejaron un día espléndido de regalo. Aun con la coincidencia de festejos, cientos de personas se apuntaron a ser partícipes de un ritual en el que “se entremezclan creencias y atavíos que se han ido sedimentando a lo largo de miles de años”, como dicen los propios organizadores, la Asociación Cultural de Amigos de La Vijanera. Más de un centenar de personajes se abrieron paso por las abarrotadas calles del pueblo, haciendo que oriundos y visitantes fueran testigos de una experiencia única. Un pueblo de 700 habitantes que, como quedó demostrado ayer, es reconocido internacionalmente gracias a una gran fiesta declarada de Interés Turístico Nacional. Porque se notó la afluencia de gente de otras comunidades autónomas, de otros países, como Italia, Francia o Portugal, principalmente. Algunos con nombres propios.

La fiesta comenzó incluso antes de llegar los primeros visitantes. De madrugada ya se oían los campanos calleja a calleja, por camberas y caminos, tañendo arrebato bajo las ventanas, llamando a oficio. Y con el sonido, la primera procesión, mucho más íntima. La de vijaneros acercándose a la sede de la asociación, a cumplimentar sus vestimentas.

Al mediodía comenzó la locura. Sonaros los cohetes y cual San Fermín, los integrantes de la comitiva que parte de las antiguas escuelas abrieron camino entre los curiosos expertos y los asombrados primerizos. Pero lo primero es lo primero. La comitiva quiere cazar al Oso, que desciende de los altos de Santa Marina. La bestia se resistió, pero nada pudo hacer.

Tras ser sometido, La Vijanera ya unida se dirigió hacia la Raya, el límite con el barrio de Santián (Junta Vecinal de San Martín de Quevedo). Entre tanto, hay un camino largo para disfrutar de cada personaje, de su escenificación, propia o colectiva, saltando, trepando muros y farolas, cantando, gritando. En la Raya, un maestro de ceremonias, especial, el Danzarín negro, el Zorromoco, hizo la esperada pregunta. “¿Qué queréis, guerra o paz?”, dirigiéndose a unos invisibles enemigos, recreación de tiempos en los que las vijaneras se enfrentaban en las fronteras de cada pueblo. Así que, ahora, qué más da. Sin respuesta, la comitiva regresa retomando sus pasos, de nuevo hacia la plaza que preside un gran zarramaco en bronce, guardián del centro de interpretación de la ancestral fiesta. Y de ahí a la campa, donde el templete aguardaba las secretas coplas, sátira ácida de los acontecimientos que cerraron 2012 en todos los ámbitos. Sin descanso, los gritos de la parturienta alertaron de un nuevo acto, el parto de la Preñá. Comienza un nuevo ciclo y cualquier cosa puede pasar en un nacimiento histriónico que a nadie dejó indiferente, insólito desenlace que presagiaba un buen año. En la campa, aunque quizá no tanto como otros años, apenas cabía un alma. Pero se hizo el pasillo a la comitiva, que de nuevo unida se encaminó hacia la próxima plaza de la Reguera, junto a la iglesia románica, otra de las joyas de Silió. Allí se cerró un periplo que no había dejado sin pisar ningún barrio del pueblo. Se cerró con uno de los actos que mayor carga simbólica atesora, la muerte del Oso. Por un lado, el plantígrado representaba los males de un año que comienza, pero a la vez, su fuerza y fiereza es la admiración de cualquier guerrero. “La vida y la muerte, el bien y el mal, son los ejes sobre los que se articula la mascarada, intentando asegurar la renovación del ciclo en un punto del año en el que el sol comienza a vencer su batalla con las tinieblas”. Al día siguiente es fiesta, así que hubo tiempo y ganas para continuar. Muchos vijaneros continuaron tras reponer fuerzas, hasta la caída del sol, en una fiesta más próxima a cuantos con ellos aguantaron, vaticinando años venideros de más y mejor fiesta, como manda la tradición.

(Se adjuntan las coplas leídas en esta edición).

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