Última asamblea en Insago Viernes, 20 Septiembre 2013 Última asamblea en Insago

Insago echa el cierre

Entre lágrimas, trabajadores y administradores concursales certificaron este viernes el fin definitivo de Insago, planta de manufacturación de ventanas de PVC en el polígono industrial de Barros, en Los Corrales de Buelna. Las únicas opciones que quedan ya son desmantelar las instalaciones para su venta y abrir una vía para que algunos trabajadores se puedan hacer cargo de la línea de manufacturación de ventanas especiales, una producción que muy pocas plantas pueden acometer y que sí se hacía en Insago. Una opción de autoempleo que tendría que desarrollarse lejos de las actuales naves propiedad de los bancos pero que genera ilusión en algunos trabajadores, como reconocía ayer el secretario del comité de empresa, César Conde.

No queda mucho más, sino malestar, tristeza y sensación de ser los únicos que realmente han puesto toda la carne en el asador. Las explicaciones dadas en asamblea fueron claras. Todo ha fallado, menos los trabajadores, la cuarta pata de un gran acuerdo que pujaba por reflotar la empresa. Falló el acuerdo con la Seguridad Social sobre la deuda de 1,7 millones de euros. Falló el acuerdo con los bancos sobre la propiedad de las naves. Incluso falló el estudio que había hecho la francesa VM Materiaux sobre las posibilidades de mercado. Lo único que no falló fue la apuesta de los trabajadores, admitiendo menos dinero y más horas de trabajo.

Por eso la asamblea fue un baño de lágrimas, incluso por parte de los administradores concursales, que reconocieron el sacrificio y honestidad de los trabajadores, algunos aún sorprendidos con un final tan triste como temido.

La historia jugaba en contra de la planta corraliega. El fallecimiento del padre de la idea, desavenencias familiares, idas y venidas de proyectos y del mercado, noticias y apuestas comprometidas, para al final depender de un sueño que tenía que luchar contra viento y marea, contra leyes y entidades financieras, nada propicias para mover ni un milímetro sus posiciones. A pesar de que al final, todos pierden. La Seguridad Social no cobra, el Estado tendrá que pagar el paro de medio centenar de trabajadores, los bancos se quedan con naves que nada rentan y los acreedores lo tienen mal para cobrar. Algo inexplicable para los trabajadores, a la postre, los más perjudicados.

Son jóvenes, tienen familia y, tal y como está la cosa, muy pocas opciones. Algunos ya han sondeado el mercado laboral, pero también se les cierra esa puerta. Llevan años trabajando para Insago. En algunos casos su única empresa hasta el momento. Y eso hace aún más difícil la salida. No son optimistas, pero la situación no permite dejar pasar más tiempo.

Los administradores también ponen de su parte. Si los trabajadores, o una parte de ellos, se unen para formar su propia empresa, cooperativa o lo que sea, tendrán todo el apoyo que la ley permita para que consigan las máquinas, que tan bien conocen, al mejor precio posible. En cualquier caso, la decisión tendrá que ser rápida, ya que cada día que pasa aumenta la pérdida de valor de las propiedades de la empresa.

Desencanto sindical

César Conde, secretario del comité, se mostraba muy triste por tener que sufrir las consecuencias de un sistema legal que permite a un empresario generar una enorme deuda con la Seguridad social y luego obliga a “pagar el pato” a una nueva empresa que quiera continuar con la actividad.

Los administradores concursales han citado a la plantilla para el jueves 3 de octubre con el fin de entregarles la documentación de fin de contratos y participar en una jornada de empleabilidad que han organizado en colaboración con la empresa de trabajo temporal Adeco.

Así terminó lo que puede haber sido la última asamblea de trabajadores de Insago.

(En el reproductor, declaraciones de César Conde tras comunicar la noticia en asamblea)

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