La Maya vuelve a presidir la plaza de Santiago en Silió, erguida junto al Centro de Interpretación de la Vijanera, apuntando al cielo en recuerdo de cuantos han hecho posible que ese pequeño pueblo del municipio de Molledo sea santo y seña de la recuperación de ancestrales e inigualables tradiciones.

A la espera de la resurrección el año que viene de la mascarada, la Asociación Cultural Mayeros de Silió mostró este domingo al mundo, tras tres años de pandemia, como se ponen en pie, solo a golpe de riñón, dos troncos de roble unidos de dos toneladas de peso y 32 metros de largo. Una vez más nada se salió del guion establecido por los primeros hombres que izaron una Maya, cuerdas, trócalas, andamios de madera, horcas y brazos, muchos brazos de jóvenes vecinos de Silió.

Y entre una cosa y otra, la piel de gallina cada vez que, para dar un nuevo empuje, se oía el "Eeeehhh, una" del Tin, Vicente Terán Saiz, 101 años a sus espaldas, los últimos 80 dirigiendo las operaciones, mirada atenta a todo lo que sucede, cada cuerda que no está tensa, cada horca que no encaja, cada cambio de turno. También miraba a los jóvenes que ponían todas sus ganas y con la experiencia que dan los años, encontraba en ellos algunos sustitutos a los que dar, cuando toque, el relevo.

Con él estaba su hijo, Antonio Terán, manteniendo la saga familiar de mayeros después de haber estado durante toda la semana preparando los dos troncos para su unión definitiva, la Maya (la base) y la Añadición (el extremo alto).

Sergio Balza, el presidente de la asociación, explicó que este año esos troncos son especiales. La Maya ha colaborado con las tareas de recuperación de los robles del monte Canales afectados por la plaga de orugas y lo ha hecho eligiendo dos árboles dañados por esa plaga. "La búsqueda y selección para la Maya ya no se circunscribe a los robles más rectos. Hay escasez de árboles cerca del camino forestal y además queremos colaborar con la regeneración de los robles, por lo que hemos elegido los que están dañados por orugas que esquilman nuestra riqueza forestal. Mantenemos en el monte Canales los sanos y retiramos dos horadados por la oruga, se ha quitado lo dañado, los hemos preparado y unido y los hemos pinado como marca la tradición, sabiendo que además hemos hecho una buena labor", dijo.

La tarde atrajo a muchos visitantes y curiosos a Silió, deseosos unos de volver a ver el izado de la Maya y otros de probar la experiencia por primera vez. Allí estuvieron los consejeros de Presidencia, Interior, Justicia y Acción Exterior, Paula Fernández Viaña, de Desarrollo Rural, Ganadería, Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, Guillermo Blanco, y el de Industria y Turismo, Francisco Javier López Marcano, que recibió del Tin el expediente para declarar la fiesta de interés turístico regional, todos con la alcaldesa anfitriona, Verónica Mantecón, entre otras autoridades.

La espera no fue larga, atentos todos a los preparativos, tensar las cuerdas renovadas y trócolas engrasadas, afianzar el arranque del tronco a su base de hierro, todo para mayor seguridad.

Nadie salió decepcionado de su encuentro con la tradición. De vez en cuando se oían gritos de asombro y miedo, y cuando más alto apuntaba la Maya más se repetían los gritos, suspiros de alivio y voces de admiración. Con todo, los mayeros se crecían, la velocidad de subida aumentaba y el cielo esperaba, deseoso de volver a notar el roce de la Maya tras tres años de distanciamiento. Todo terminó como comenzó, fundiendo madera y hierro para que ese largo y desafiante dedo presida la plaza de Santiago durante todo el verano.