La fiesta Guerras Cántabras ha cerrado su vigésima edición con un éxito rotundo de asistencia de público a cada acto programado, de visita al campamento y de disfrute del Desfile General de Tribus y Legiones el pasado domingo. Esa es la sensación de todos los componentes de una asociación que mira ya a la edición del próximo año, como dijo ayer su presidente, Óscar del Val. En números, las "estimaciones a la baja" apuntan a más de 55.000 visitantes a lo largo de los 10 días de fiesta; lleno absoluto en las siete representaciones históricas en el nuevo anfiteatro, con un aforo de 2.000 personas sentadas; más de 5.000 personas en el concierto de Celtas Cortos, en la semana 'entreguerras'; 3.000 pocillos de barro vendidos el domingo por la mañana para una Gustatio en la que se repartieron gratuitamente 15.000 raciones de bebida y comida; y lleno también en las cuatro conferencias de la Semana Cultural o los talleres infantiles.

"En realidad es imposible estimar la cantidad de gente que ha pasado por el campamento, las muchas personas que se quedaron sin poder entrar en el anfiteatro, las que llenaron toda la Avenida Cantabria en el desfile, pero, siendo cautos, han sido más de 55.000 personas, la edición más multitudinaria hasta ahora y es que, como dije en el cierre de la edición, había ganas de Guerras, entre los festeros y entre el público, y creo que hemos respondido bien a toda esa expectación".

Por estar contentos, en la Asociación Guerras Cántabras están contentos incluso con el tiempo: "es cierto que el concierto de Celtas Cortes se aplazó por un vendaval, pero la nueva fecha era aún mejor, en plenas fiestas, y llovió fuerte media hora antes de uno de los actos principales, pero a partir de ahí la lluvia nos respetó y todo ha salido más que bien", dijo Del Val.

Pero si hay algo que destacar, dijo, es "la ilusión y el esfuerzo de cada uno de los 1.400 festeros, las ganas, el orgullo por la fiesta, el querer aportar algo nuevo, el crecer en todos los aspectos, porque todo ello es el principal motivo de que la fiesta vaya a más, con más reconocimiento que nunca, un cúmulo de motivos que consiguen hacer con cada edición más grande esta recreación histórica, una de las más aclamadas en toda España". "Quién nos iba a decir hace dos décadas que íbamos a llegar donde estamos".

Otro de los aspectos destacados de la pasada edición ha sido la "implicación" de los jóvenes, "personas que han nacido en Guerras y ahora toman protagonismo tras tres años de parón, lo viven de otra forma, asumen con responsabilidad que el futuro de la fiesta es suyo, y lo hacen colaborando sin descanso". Pero también tienen su recompensa, con más actos que piensan también en su diversión.

Unos y otros, mayores, jóvenes y pequeños, se esfuerzan en cada acto, en montar y desmontar, cambiar escenarios, además de los más de 200 que participan en las representaciones como actores improvisados. "La asociación organiza, pero todo funciona porque cada uno aportamos nuestro esfuerzo personal, económico, anímico y, cada vez más, riguroso, adecuando indumentarias, complementos, armamento".

Para terminar, el presidente de la Asociación Guerras Cántabras destacó de la última edición la importancia del nuevo anfiteatro, infraestructura que ha permitido «dar un salto de calidad» pero que también ha puesto en evidencia aspectos a mejorar, «como la necesidad de colocar una pantalla en el exterior para las muchas personas que han venido y no han podido entrar». Es una de las cuestiones que se manejará en la primera reunión de representantes de tribus y legiones prevista para este mes, «para abordar en caliente nuestras valoraciones, aportando propuestas y corrigiendo errores».

Óscar del Val finalizó recordando que aún está abierto el plazo para presentar instantáneas al concurso de fotografías de esta edición.