En el polígono industrial de Barros se han pasado este jueves analizando los posibles daños causados por el incendio que arrasó en la noche del miércoles una nave de almacenaje en una de las calles transversales a la Avenida Álvarez Miranda del principal área industrial de Los Corrales de Buelna. Los propietarios de los locales laterales comprobaron el estado de los muros de hormigón que separaban las estancias, responsables de que el fuego no se extendiera a pesar de la virulencia de llamas que llegaron a alcanzar los 15 metros de altura. Si no, la situación habría sido bien distinta, porque una de las naves anexa almacenaba cientos de kilos de carbón, que de haberse incendiado habría convertido toda la manzana industrial en un auténtico infierno.
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Aunque no se ha señalado aun el origen del fuego, la posible presencia de baterías de patinetes eléctricos en el lugar podría haber tenido algo que ver, pero lo cierto es que a plena luz del día lo único que quedaba eran los perfiles metálicos de estanterías, de lo que fue el portón de entrada y ventanas superiores, el metal de algunas pequeñas ruedas o placas de aluminio del frente y parte posterior de la nave fundidas por el fuego.
Al final de esa misma hilera de naves, haciendo esquina hacia las vías del tren, está Motos Julián. Su propietario, Julián Prieto, llegó muy pronto avisado por testigos que le habían dejado claro que la situación inicial era "muy preocupante". Como los demás, él sabía que entre el fuego y su negocio mediaban dos naves, una de ellas de carbón, con lo que el peligro de daños cuantiosos era muy alto.
A todos les tranquilizó la rápida intervención de los miembros de los parques de emergencia, Policía Local y Guardia Civil.
A mediodía del jueves muchos vecinos pasaron a ver los efectos de las llamas que habían seguido desde las ventanas de sus pisos entre las nueve y las 10 de la noche. Los más expertos coincidían en la buena construcción de los muros de separación, que frenaron la propagación del fuego hacia los laterales, tanto como la endeble resistencia del aluminio del frente de la nave ante el altísimo grado de calor que generó el incendio.
La evaluación del material perdido entre las llamas no se ha determinado aún, pero lo cierto es que nada de valor quedaba ya a esa hora excepto chatarra.
La magnitud del incendio se puedo medir por la cantidad de profesionales congregados para sofocarle, unos 15 efectivos en total. Tres bomberos del 112, del parque de emergencias de Los Corrales, un equipo llegado desde Torrelavega y un camión cisterna de Santander participaron en las tareas de extinción. La Policía Local de Los Corrales cerró el acceso rodado hasta el lugar y colaboró con el dispositivo al conocer de primera mano la zona, y la Guardia Civil permaneció durante todo el operativo, junto a una ambulancia del 061, por precaución, tras saber que no había que lamentar ninguna persona afectada por las llamas o el humo.
El Centro de Atención a Emergencias 112 del Gobierno de Cantabria recibió una llamada alertando del incidente pasadas las 20.50 horas del miércoles. En ese momento movilizó a la Policía Local, la Guardia Civil, 061, bomberos del 112 y de Torrelavega y, posteriormente, a los bomberos de Santander para labores de apoyo en el abastecimiento de agua.
En un primer momento la actuación se centró en cortar la propagación horizontal para evitar la afección de las naves adosadas por sus dos flancos. La pronta respuesta contuvo el fuego salvando esas infraestructuras aledañas, que presentaban daños menores. Una vez cortado el avance de las llamas, los bomberos redujeron la importante carga térmica y comprobaron la situación de la estructura para que no colapsara, algo para lo que fue necesaria una cuantiosa aportación de agua. Finalizadas esas labores, cerca ya de las 11 de la noche, revisaron el interior para descartar posibles focos secundarios y refrescaron toda el área afectada.