La Salle organiza un evento enmarcado en el 50 aniversario de la estatua de San Juan Bautista Sábado, 30 Mayo 2015 La Salle organiza un evento enmarcado en el 50 aniversario de la estatua de San Juan Bautista

Homenaje a la bicicleta en Los Corrales de Buelna

En Los Corrales de Buelna las bicicletas no siempre han sido para el verano. Hubo un tiempo, no muy lejano, en el que eran el principal medio de transporte para cientos de trabajadores y estudiantes que tenían que desplazarse a diario kilómetros y kilómetros para llegar a 'la fábrica' o a sus colegios. Una aglomeración de ciclistas que constituía todo un espectáculo diario por las calles de un pueblo que se abría camino hacia la modernidad, una población entonces desperdigada a la que la irrupción de las dos ruedas en su vida cotidiana le supuso recibir el nombre de 'el pueblo de las bicicletas'.

Dirección y antiguas alumnos del colegio La Salle han querido rendir homenaje a las bicicletas que se hicieron populares en la localidad con una marcha por las calles del pueblo secundada por decenas de ciclistas de todas las edades, enfundados en la camiseta conmemorativa del 125 aniversario de la presencia de los hermanos de La Salle en Los Corrales de Buelna. De todas formas el homenaje quedó encuadrado en la celebración de otro aniversario, el medio siglo cumplido de la estatua de San Juan Bautista de La Salle, fundador del la orden.

En los comienzos del siglo XX las bicicletas habían silenciado el sonido de las miles de albarcas con las que los vecinos de todo el entorno acudían a trabajar a la empresa fundada por José María Quijano. Era un medio de transporte que acortaba las largas distancias que algunos tenían que recorrer desde sus casas al trabajo y enseguida se impuso la 'moda' de la bici. No sin esfuerzo, porque muchas familias no podían ni pensar en comprar aquella máquina infernal que pesaba una barbaridad y que constantemente daba averías y pinchazos.

Algo que no pasó desapercibido para un empresario adelantado a su tiempo como era José María Quijano. Enseguida se compraron un buen número de bicicletas y se pusieron a disposición de los empleados, sufragando el coste del artilugio detrayendo mes a mes una pequeña cantidad del salario.

Y como sucedió después con los coches, entonces la bicicleta se convirtió en una seña de identidad: en general para un pueblo volcado con el pedaleo, en particular como distintivo de los estamentos laborales. Los empleados (hoy mandos intermedios) montaban elegantes en las bicicletas negras con matrícula amarilla en la barra que aportaba la empresa. El resto, la bici que podía, tuneada no para hacerla distinta o más atractiva, sino para que funcionara, que con eso bastaba en máquinas en las que la cadena se salía y rompía con facilidad y los pinchazos obligaban a llevar un kit de arreglo artesano. Eso y la pinza en el pantalón, para que la grasa que se aplicaba a la cadena no manchara más de la cuenta la ropa, sin contar con el desgaste de suela que suponía frenar con el pie.

Los ciclistas llegaban a la fábrica de toda la comarca, desde Iguña, de Cieza, de Riocorvo, Coo o San Felices de Buelna, atravesando el puente colgante que tanto sufrió con las crecidas de los ríos.

Y si hay muchos vehículos, sean cuales sean, es necesario aparcamientos. Y en Los Corrales de Buelna también eso era una seña de identidad, porque los bicicleteros eran tan grandes como la necesidad que atendían. Incluso en el colegio La Salle se habilitó un cobertizo especial para albergar las bicis de los alumnos.

Otra respuesta a esa gran cantidad de bicis hizo que llegara a haber, en un pueblo aún pequeño, hasta cinco establecimientos de reparación de bicicletas e incluso un impuesto de matriculación (la 'chapa' de la bici) que ha durado hasta hace bien poco.

Pero la bicicleta también llevaba a los mozos a las romerías, y a misa, a por la leche o a la tienda de ultramarinos. Mozos entonces que hoy, entrados en algunos años, no se desprenden de 'su' bicicleta, aunque ya sea otra, más ligera, con cambios que apenas usan por si acaso.

Quizá por eso uno de los municipios del valle tiene un ciclista de pro (José Antonio González Linares) como su egregio alcalde. Sin duda por eso La Salle organizó para este sábado un homenaje a la bicicleta en el que participaron varias generaciones de vecinos de la comarca, rememorando aquellas grandes avenidas de ciclistas de no hace tanto tiempo atrás.

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